ALZHEIMER Y EMOCIONES. “RECORDANDO CON EL CORAZÓN”

30.04.2018

Ana Adarve. Psicóloga.

 

El ser humano es maravillosamente complejo, la esencia de cada persona está determinada por la interacción entre lo físico, lo psicológico, lo emocional-social y lo espiritual, por lo tanto, a la hora de intervenir en cualquier tipo de enfermedad es importantísimo hacerlo de una manera holística (global), tocando todas estas áreas, si no corremos el riesgo de quedarnos a medio camino en la búsqueda del bienestar del enfermo.

En la enfermedad de Alzheimer las zonas subcorticales y límbicas (asociadas con el procesamiento emocional) permanecen casi intactas hasta las últimas etapas de la enfermedad, lo que permite que la persona sea capaz de sentir y expresar emociones incluso cuando su deterioro físico y cognitivo es muy significativo. Este hecho nos dota de una herramienta maravillosa para trabajar con los usuarios de la Asociación.
Si bien el síntoma principal o más característico de la enfermedad de Alzheimer es la pérdida de memoria, no menos importante es el ensimismamiento y la dificultad de comunicarse del enfermo a medida que avanza por las distintas fases. En muchos casos, no es que el enfermo no tenga nada que decir o no quiera, sencillamente no sabe cómo hacerlo. Facilitar la experiencia emocional y ayudarles a expresar lo que sienten, es una manera de contactar con ellos, y al mismo tiempo, de que ellos contacten e interactúen con su entorno. Cuando trabajamos emociones, nos comunicamos con ellos de otra manera, a través de otra vía, conectamos directamente con el área que almacena sus recuerdos afectivos, que afortunadamente siguen activos.

En Balzheimer además de trabajar con el usuario a nivel físico y cognitivo, desde luego no nos olvidamos de trabajar la parte emocional y social, para ello recurro a herramientas como la musicoterapia, la risoterapia, la expresión corporal y facial, ejercicios de reminiscencia, ejercicios de sincronización y armonización, rescate de recuerdos a través de la estimulación de los sentidos, meditación…etc.
Apostar por este tipo de terapias no farmacológicas, es creer firmemente que el ser humano es algo más que un cuerpo físico, así me lo demuestran en cada taller y en cada actividad a través de sus sonrisas, de sus miradas, de sus bromas, de su picardía al bailar, de sus ganas de participar y de sentir que forman parte del grupo, en el que aún tienen mucho que hacer y decir, y desde luego, demostrando que conservan la capacidad de emocionarse y de emocionar. 
En casa es muy importante ser consciente de la enfermedad de nuestro familiar y entender que tenemos que utilizar otras formas de llegar a él. Cuando le hables o te hable mírale a los ojos, intenta colocarte a su altura, no le digas muchas cosas a la vez e intenta decírselas despacio, no le grites (recuerda siempre que está enfermo), acaríciale y bésale siempre que puedas, quizás no te recuerde, pero no dudes ni un momento que él/ella sabe que eres alguien importante en su vida y así lo siente, inclúyele en las conversaciones aunque no participe e intenta que el ambiente familiar sea lo más normalizado posible, un lugar donde no todo gire en torno a la enfermedad.