LA MÚSICA, UN PASEO POR EL MUNDO DE LAS EMOCIONES.
Ana Adarve. Psicóloga.
La música es esencialmente una experiencia emocional y puede ser tan amplia y variada en sus contenidos como las propias emociones humanas.
Existen tendencias reprimidas en el subconsciente que sólo afloran al plano de la conciencia a través de simbolizaciones, de disfraces que NO hacen sentir culpables a las personas. El mejor método es la música. Esta puede sugerir sentimientos e ideas sin necesidad de palabras, porque es un tipo de lenguaje alógico, propio del niño pequeño, del hombre primitivo, es un reencuentro con lo ancestral. Es considerada como un lenguaje emocional capaz de alcanzar regiones de la psiquis que estan procesando información que la persona no se comunica a sí misma.
La música se puede utilizar como herramienta complementadora de la terapia, o como herramienta principal de la terapia, en el segundo caso estaríamos hablando de musicoterapia. La musicoterapia es la utilización de la música y/o sus elementos (sonido, ritmo, melodía y armonía) por un musicoterapeuta calificado, con un paciente o grupo, en un proceso destinado a facilitar y promover comunicación, aprendizaje, movilización, expresión, organización u otros objetivos terapeúticos relevantes, a fin de asistir a las necesidades físicas, psíquicas, sociales y cognitivas.
La música no sólo puede cambiar el metabolismo, afectar a la energía muscular, subir o bajar la presión sanguínea e influir en la digestión, es capaz de hacer todas estas cosas con mayor éxito que cualquier otro estímulo (David Tame, "El poder secreto de la música"). Puede aplicarse para reducir el estrés, aliviar el dolor, expresar sentimientos, mejorar la memoria y la comunicación, incentivar la rehabilitación física, etc.