SOY HUMANO…SOY IMPERFECTO.

10.06.2018

Ana Adarve. Psicóloga.

 

A lo largo de nuestro desarrollo como personas nos van inculcando una serie de afirmaciones que por su carácter definitivo se convierten en verdaderas sentencias. Con respecto a las relaciones, una de las afirmaciones más arraigada en nosotros y que más daño hace es aquella de “un amigo, tu pareja o tu familia nunca te falla”. Creer que esto es así, es lo mismo que pensar que el ser humano es perfecto, y desde luego no lo es. Nuestros amigos, nuestro gran amor y nuestra familia también nos falla, nos guste o no.

La mejor manera de ser capaz de comprender y perdonar el fallo del “otro” es hacer un trabajo de autoobservación y darnos cuenta de que, si por un momento volvemos la vista atrás, nosotros también hemos fallado en muchas ocasiones y no significa que no amemos, ni que seamos monstruos carentes de sentimientos.

Cuando estas afirmaciones se activan aparece nuestro ego, que a su vez activa nuestro orgullo, y ese orgullo es el culpable de que muchas relaciones terminen para siempre, desdibujándose todo lo bueno que hemos vivido con esa persona y centrando nuestra atención en un hecho puntual.

Tomar conciencia de nuestra humanidad, de nuestra fragilidad, de nuestra imperfección, de nuestras carencias, de nuestras debilidades, es desarrollar la capacidad de ser flexibles. La flexibilidad es comprensiva, conciliadora, da oportunidad al diálogo, elimina los extremismos dando cabida a los matices y trasciende por encima de los hechos y los acontecimientos para valorar por encima de todo a la persona.